sábado, 28 de mayo de 2016

Un panorama de la literatura juvenil LGBTI en Argentina

Es genial que en la literatura juvenil ya haya personajes gays, lesbianas y transexuales. Sin embargo, todo lo que nos llega a Argentina es importado y ha sido publicado por sellos grandes (polo comercial, diríamos en la jerga editorial). Esto implica el peligro de considerar la representación de personajes LGBTI como una moda pasajera, tal como lo fueron las escuelas de magia, los vampiros y como lo están siendo las distopías. Y tengamos en cuenta que en nuestro país recibimos las modas con cierto retraso, ya que surgen en Estados Unidos y antes de llegar acá llegan a España.
Lo curioso es eso: que quienes están publicando estos títulos son editoriales del polo comercial. Hace unos años, la mayoría de la literatura juvenil comercial era fantasía. Desde hace poco, como el "público original" ya creció, se le está dando más cabida al realismo. Y allí nos encontramos con temas como la homosexualidad, la identidad de género, siempre de la mano de una mirada al mundo, un destello de contenido social.  
Normalmente, son las editoriales independientes las que publican temas como padres divorciados, chicos criados por sus abuelos, chicos con capacidades especiales, etc. ¡Pero estas novelas LGBTI son YA! Y las únicas que publican YA en Argentina son las editoriales grandes.
 Intentando detectar el origen de la tendencia, y pueden decirme si me equivoco a o no, la detecto en lo que fue:
La publicación de Cazadores de sombras por Planeta en el año 2009. Cazadores de sombras: ciudad de hueso fue la primera novela juvenil comercial en ofrecer dos personajes homosexuales bajo una luz positiva y sin estereotipos: Magnus Bane y Alexander Lightwood. 



 El primer libro de Cazadores de sombras, llegado a nuestro país en 2009

La primera escena de su primer beso no se publicó en el libro, sino que la autora lo ofreció gratuitamente en su web. Desconozco los motivos por los que el beso no fue incluido. Aparentemente, la escena fue recortada del texto original. Cazadores de Sombras no solo muestra dos personajes gays/bisexuales, sino que los muestra en un romance. La aceptación de la pareja por los fans es impresionante y en la serie de televisión, su relación tiene incluso más protagonismo que la pareja principal.



Beso «Malec» en el capítulo 12 de la serie Shadowhunters


Otra publicación clave fue la de La ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky, que incluso fue llevada al cine.

Considero estas dos publicaciones como los detonantes, las semillas de lo que hoy tenemos en las mesas de novedades: parejas homosexuales secundarias que tuvieron aceptación y que llevaron a estas parejas a ser protagonistas.

También tenemos que agradecerle a David Levithan, que quizá sea el mayor exponente de literatura LGBTI juvenil del mundo y que también es editor de YA. A Levithan lo recibimos de la mano de John Green en Will Grayson, Will Grayson. Particularmente, yo considero que Levithan es bastante superior a Green, pero Green es más famoso acá, no podemos negarlo. En la cubierta de Dos chicos besándose hacen referencia a Green para decir que Levithan coescribió Will Grayson, Will Grayson junto a él.

Compras de mayo. Tres libros juveniles de temática LGBTI en la misma librería y en mesa de novedades. De derecha a izquierda: Dos chicos besándose, El chico de las estrellas, El arte de ser normal.


Los personajes transexuales también se dejan ver, poco a poco. En Dos chicos besándose tenemos a un varón trans; y El arte de ser normal, de Lisa Williamson abarca de lleno de la transexualidad de dos adolescentes de 14 años.
Las novelas no tienen pelos en la lengua a la hora de hablar acerca de la homosexualidad o la transexualidad o incluso de temas que podrían considerarse tabú en la literatura juvenil:
Cooper (Dos chicos besándose) vive todos los días en la red social Tindr y chatea con hombres que le hacen mil y una promesas de lo que "van a hacerle" cuando se encuentren.
Dante le pregunta a Aristóteles si se masturba (Aristóteles y Dante...).
Alec y Magnus están en la cama, a punto de mantener relaciones sexuales (Ciudad de las almas perdidas).
Tiny Cooper se desmaya de la borrachera (Will Grayson, Will Grayson).
Charlie se droga con LSD (Las ventajas...).
Charlie fue víctima de abuso sexual  (Las ventajas...).
Brad y Patrick son sorprendidos teniendo sexo (Las ventajas...).
Dante afirma que le gustó la marihuana (Aristóteles y Dante...).
Trecth se masturba en la cocina de Matt (Todo puede suceder). 
Jude lamenta haber perdido la virginidad a los 14 años (Te daría el mundo).
El hermano de Aristóteles es un asesino (Aristóteles y Dante...).
 

La imagen de cubierta coreana de Aristóteles y Dante...


Afortunadamente, leí reseñas de todos los libros que mencioné en muchísimos blogs juveniles y no hallé ninguna opinión homofóbica o transfóbica de parte de los jóvenes. Al contrario, observé una aceptación, un interés y una curiosidad asombrosa. Es un público de una clase social determinada, chicos que eligieron leer antes de otros pasatiempos; eso ya nos dice algo. Tampoco hay que pecar de inocente: son libros que están de moda y los adolescentes suelen seguir estas modas. Lo cual no es bueno ni malo en sí mismo.

Todo lo que ha llegado hasta nosotros ha sido traducido, con la excepción de El chico de las estrellas, de Chris Pueyo (Planeta, mayo 2016). Chris era muy conocido en las redes sociales y en su libro, de carácter autobiográfico, nos cuenta las duras experiencias que le tocó vivir desde pequeño por causa de ser gay. Aunque como dice La Trotamundos en el siguiente video, si estos libros colaboran a hacer de este mundo un lugar mejor, ¡bienvendidos sean!





No soy ajena a los diversos perfiles editoriales y a lo que lleva a las editoriales a publicar X título. Tampoco soy a ajena a la situación que está atravesando el sector editorial hoy en día, y lo riesgoso que siempre es no seguir las tendencias que están claras, tanto de autores como de temáticas. Hasta de las estéticas de las imágenes de cubiertas. Si siguen la literatura juvenil comercial (YA) aunque sea mirando mesas de novedades, se habrán dado cuenta: todas esas portadas con círculos en el centro y un símbolo adentro son distopías. La estética la estableció Los juegos del hambre.

Pero adivinen qué. Los personajes y la literura LGBTI están de moda. O es tendencia, como más les guste. Solo queda esperar que alguna editorial o sello nacional se arriesgue por un autor, conocido o no. Da lo mismo. Y sería genial que las editoriales independientes comiencen a publicar novelas juveniles con adolescentes gays, trans y familias homoparentales.



Anexo de obras mencionadas y otras no mencionadas en orden cronológico de publicación en nuestro país (si conocen otras, no duden en dejarme el título en los comentarios)

Saga Cazadores de sombras, Cassandra Clare (2009-2014, Planeta)
Las ventajas de ser invisible, Stephen Chbosky (2012, Alfaguara)
Will Grayson, Will Grayson, David Levithan y John Green (2015, Nube de tinta: sello de Penguin Random House)
Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo, Benjamin Alire Sáenz (agosto 2015, Planeta) 
Te daría el mundo, Jandy Nelson (mayo 2015, Alfaguara) 
Todo puede suceder, Will Walton (septiembre 2015, V&R)
El arte de ser normal, Lisa Williamson (mayo 2016, Planeta)
Dos chicos besándose, David Levithan (mayo 2016, V&R)


De próxima publicación

Carry On, Rainbow Rowell (Alfaguara)

jueves, 26 de mayo de 2016

Yo reseño: Hay hambre dentro de tu pan, de Dalmiro Sáenz (temática trans)

Probablemente sea este un libro inmoral. Porque la moral es la ciencia de las costumbres y como las costumbres han suplido el silencio de la moral, la moral se ha convertido en la ciencia de lo que no es y no en la ciencia de lo que debe ser. DALMIRO SAENZ. 













Conseguí este libro en LyL, la librería de Juan, un librero amigo de San Martín. Él me lo había recomendado hacía tiempo y cuando la semana pasada lo encontré en uno de sus estantes, no dudé en llevármelo. Hay hambre dentro de tu pan es un relato desplegado en un libro pequeño de 120 páginas, que vio la luz en el año 1964. Sí, antes de Stonewall (1969).

Sería arriesgado calificarlo como literatura LGBTI, aunque me atrevo a hacerlo: su protagonista es Marcos, una mujer transexual. Sin embargo, Marcos en ningún momento se define como mujer, solo percibimos la constante incomodidad que siente en su cuerpo masculino y la libertad que siente al vestirse con las ropas de Laura, la novia de Mara, la mujer que desea para sí:

«Esto es lo que te decía recién, estoy preso dentro de un cuerpo».
Voy a referirme a Marcos como «él», ya que es la forma en que él se refiere a sí mismo.

Como dije, Mara y Laura viven juntas, y continuamente Marcos se siente como un tercero que sobra. Y tal vez sea cierto. Marcos, como varón, tal como es percibido por ellas, está de más. Y para que Marcos, la mujer, deje estar de más... Laura deberá desaparecer. Cuando Laura ya no esté, Marcos podrá utilizar sus ropas y su maquillaje para ser la mujer que es.

Pero vamos a hablar del trasfondo del relato. El relato trata sobre la identidad de género. El género es algo que muchas personas siguen confundiendo con el sexo biológico (no se puede culpar o señalar a nadie, siempre es mejor educar). Para muchas personas, entonces, el género es sinónimo de sexo, cuando ya muchos sabemos que esto no es así. Que la genitalidad no define nuestro género ni nuestra orientación sexual. Siempre es complicado explicarle esto a una persona que no está relacionada con el tema o que, sencillamente, no está predispuesta a comprenderlo (o lo peor: tiene una postura patologizante de la transexualidad). Suele pasar.  Y es complicado explicarlo y entenderlo porque, vamos, la teoría queer y las teorías de género son muy-muy recientes. Y porque todavía cuando estamos junto a una mujer embarazada le preguntamos si es nena o nene. Hay más de dos géneros y también hay más de dos sexos. 

Y de esto trata el relato: de cuestionar las cosas que damos por aceptadas, por verdades irrefutables. La dupla género-sexo es solo una de ellas.

—Él no me obliga a nada.
—Sí que te obliga, él y todos te obligan, vos no te das cuenta pero desde chica te han obligado a pensar en una forma, a gustarte un tipo de cosas, a vivir como a ellos les parece que tenés que vivir.

En este sentido, el relato goza de una actualidad increíble.

Desconozco si podrán conseguirlo en otros países, pero si les interesa conocerlo, les dejo abajo una versión leída. Anímense a escucharlo y cuéntenme qué les pareció ;)


lunes, 23 de mayo de 2016

Escritura: la creación de personajes multidimensionales

La creación de personajes es sin duda uno de los retos más importantes de quien planea escribir una novela. Y por eso mismo, es en lo que muchas obras fallan. El argumento puede ser genial, la escritura puede ser preciosa... pero si el personaje o los personajes son planos, vacíos, estereotípicos y huecos, estamos en un problema.
El estereotipo por excelencia es el del villano. Es el mal absoluto que no deja lugar a ningún destello de bondad. Y por este motivo, deberían evitarse si no planeamos escribir un cuento de hadas, donde esta convención es aceptable. Un villano plano es Valentine Morgenstern, de Cazadores de Sombras. Un villano multidimensional es Lord Voldemort, de Harry Potter, aunque el más multidimensional de la saga es Severus Snape. Un villano mucho más multidimensional (y este ejemplo no es de un libro, sino de TV, pero lo incluyo porque me parece excelente) es Tony Stonem, de Skins. Este ejemplo es muy interesante porque quizá en ningún momento pensamos en Tony como un villano, pero ahí esta: es manipulador y de buenito no tiene nada. El accidente que sufre es tal vez la forma que tuvieron de "castigarlo". El personaje más multidimensional que vi hasta el momento es Walter White, de Breaking Bad; el éxito de la serie se debe, sin duda, a la excelente construcción del personaje (sumada a la sobresaliente actuación de Bryan Cranston, claro).
Otros estereotipos comunes actualmente son: la adolescente virgen que se enamora del chico malo; el chico malo; el galán guapo y adinerado, etc. En el yaoi/homoerótica tenemos los estereotipos de: el seme serio, manipulador y atractivo; el uke tierno que se deja manipular y violentar; el heterosexual que nunca se había fijado en otro hombre hasta que llega ese hombre. 
Todos los estereotipos son poco deseables a la hora de crear ficción de calidad.
Por eso, a continuación les dejo lo que yo tengo en cuenta la hora crear un personaje. Y como escribo literatura LGBTI, voy a relacionarlo con esta temática. 
Lo primero que tengo en cuenta es conocer la infancia del personaje. La infancia y la adolescencia, si el personaje es adulto. Lo que somos de adultos es la consecuencia de lo que vivimos en el pasado y yo considero imprescindible conocer el pasado de los personajes para poder darlos a conocer y comprenderlos en el presente. No importa que en la historia no digamos absolutamente nada acerca de la infancia y/o la adolescencia del personaje. Empezar por ahí es el mejor punto de partida para crear un ser humano convicente. Acá voy a mencionar como ejemplo a Alec de Kerry, de la saga Nightrunner. Alec es tímido y vergonzoso hasta el ridículo y podemos rastrear el motivo de este rasgo en la infancia nómade que tuvo con su padre, Amasa, un hombre que hablaba muy poco.
No es necesario que sepamos al detalle toda la infancia del personaje; conocer las cosas que lo hicieron ser la persona que es hoy basta y es reto suficiente. En narrativa, esto se conoce como antecedentes.

A las personas las conocemos por:

-Su apariencia exterior
Que es un breve vistazo a lo que tal vez hallaremos en el interior (¡o no!). Su imagen, su forma de vestir, su forma de caminar, la manera de cruzar las piernas, cómo lleva las uñas. Cuando estaba en la facultad le dije a una compañera "vos tenés un gato". La chica tenía los antebrazos cubiertos por pequeños rasguños. Lo mismo, a un compañero: "vos tenés un perro blanco". Era perra, pero el abrigo negro de mi compañero estaba lleno de pelos blancos. Revelando también que era desprolijo (eso no se lo dije), porque una persona prolija habría mostrado interés por su abrigo dejándolo lejos del alcance del perro. Las manos de una persona también dicen mucho de su trabajo. Yo tengo un callo en la muñeca derecha por culpa de los años que llevo agarrando el mouse para abrir el Word. La ropa también nos dará información de la situación económica o clase social del personaje.

-Sus acciones y sus no-acciones
Creo que incluso podemos conocer más a las personas por lo que no hacen que por lo que hacen. Tengo un amigo que a veces no saluda a la gente que conoce por la calle. Y no es que sea antipático o grosero: es demasiado tímido e inseguro y espera que lo saluden primero. (Si estás leyendo esto, te quiero, chiqui). En realidad, es un chico súper cariñoso y tierno que muestra su afecto con pequeñas acciones más que con palabras rimbombantes.

-Lo que dice y lo que no dice
Las cosas que se dicen y la forma en que se dicen también es muy reveladora. No recuerdo las palabras exactas, así que no puedo reproducir la conversación, pero recuerdo que en el secundario, en el mismo día, dos profesoras hablaron acerca de un tema X. La profesora de matemática habló de "factores" y usó otros conceptos matemáticos, mientras que la otra (no recuerdo su asignatura), abordó el asunto con términos de su propia materia. Sorprendida, se lo dije a mi compañera de mesa, que me miró con una sonrisa y se encogió de hombros.
Hace un tiempo vi esta interesante imagen en Facebook:




-Pensamiento y características espirituales
 Lo más complejo. Acá voy a abrir un paréntesis para destacar que, obviamente, todos estos aspectos están conectados entre sí. Y que a veces son contradictorios. Y a veces MUY contradictorios.
Para moldear un ser humano convincente, hagámonos estas preguntas acerca de él. De ellas pueden surgir los argumentos de muchas historias:

*¿Qué concepto tiene de sí mismo? ¿Cómo se percibe? En narrativa, esto se conoce como identidad primaria.
*¿Qué lo motiva a levantarse por las mañanas?
*¿Cuáles son sus deseos a corto plazo? ¿Y a largo plazo?
Todas las personas tenemos deseos. Y a veces es lo que motiva que se escriban historias. Nada, de La música de los vampiros, quiere conocer a su banda favorita. Louis, de Entrevista con el vampiro, quiere simplemente contar su historia. Estos son ejemplos sencillos donde el deseo es consciente para el personaje y, por lo mismo, evidente para el lector. No siempre es así.
*¿Qué disfruta?
*¿Qué no disfruta? 
->¿Hay algo que no disfruta que los demás sí disfrutan? Un personaje asexual, por ejemplo.
->¿Hay algo que no puede disfrutar que los demás sí disfrutan? Un personaje con alguna limitación física.
*¿Qué le preocupa o le causa temor?
*¿Qué no le preocupa?
->¿Qué no le preocupa que a los demás sí?
->¿Qué le quita el sueño?
*¿Qué le haría mentir? 
*¿Tiene un secreto? ¿Por qué es secreto?
*Ordenar estas prioridades según él: amor, dinero, éxito profesional, familia, comodidad, libertad, moral.
No me refiero a una moral religiosa, sino a más bien lo que todos consideraríamos como bueno o malo sin necesidad de polemizar demasiado.
Pueden sugerirme qué esferas agregarían. Yo considero que estas son las más básicas y las más sensibles de entrar en contradicciones interesantes dignas de ser explotadas. Por ejemplo, una persona que quiere viajar por todo el mundo (libertad), pero tiene su padre anciano a cargo (familia/amor/moral) y tampoco tiene dinero. O que sí lo tiene. ¿Qué priorizará?
Si analizamos a Walter White en la primera temporada de Breaking Bad, encontramos una interesante puja entre: amor/familia, dinero, moral y... éxito profesional. Este está presente de una forma velada, en la envidia y el resentimiento que siente por su cuñado y su excompañero de la facultad.
Y ni hablar de las historias de temática gay que puede surgir combinando: amor, familia, comodidad y libertad. Y moral, si quieren. La mayoría de las novelas gays de descubrimiento están construidas de esta forma. Y un día Nico se fue, El chico de las estrellas, Un beso de Dick, Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo, No se lo digas a nadie, Dos chicos besándose, etc.
*¿Se identifica con alguna ideología política o movimiento social?
Es decir, ¿es vegano, feminista, anarquista, neonazi? No es necesario que se ponga la bandera con la esvástica, con que sienta rechazo por los homosexuales, los afrodescendientes, los judíos... el asunto estará claro. Acá puede surgir la contradicción: ¿qué pasaría si este hombre tiene una hija lesbiana?
Mi novio tiene un amigo que es hijo de médicos, una familia muy acomodada. El chico vive en un centro cultural y estudia creo que Filosofía o Sociología. Una contradicción interna interesante, ¿no?

Para cerrar al personaje, tenemos que transmitir la sensación de que pueda cambiar. De que tiene el potencial o la intención de hacerlo. Si el protagonista se nos queda estático o estancado, es muy probable que el lector se aburra. El cambio puede no ser absoluto o ser poco perceptible, pero tiene que estar ahí como una posibilidad. El ejemplo más reciente que puedo darles es el de Willis Davidge, de Enemigo mío. Por supuesto, hay novelas cuyo argumento no gira alrededor de la psicología de los personajes, pero en toda novela hay dos tipos de conflictos: los externos y los internos. Y toda historia memorable exige que parte del conflicto sea interno. Las historias de temática gay son un ejemplo claro. Eso es lo que hace tan especial a Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo. O a la saga Nightrunner, si hablamos de fantasía.

Y bien. Hasta acá llegó este breve apunte. Espero que les sea de utilidad. Si se me ocurren más cosas, las iré agregando. También pueden comentarme qué cosas tienen en cuenta a la hora de crear personajes ;)

jueves, 19 de mayo de 2016

Yo reseño: El chico de las estrellas, de Chris Pueyo


Título: El chico de las estrellas
Autor: Chris Pueyo
Editorial: Destino (Planeta)
Páginas: 208

Sinopsis:
 
Érase un niño que jamás vivió más de dos años seguidos en una misma casa, por lo que decidió pintar las paredes de todas sus habitaciones con estrellas.

Su rechazo al colegio y una familia inusual le empujarán a emprender un viaje donde no todo serán constelaciones y pedirle deseos a la luna. Es hora de bajar al barro, equivocarse con una princesa y terminar encontrando un príncipe… ¿o no?

Sus ansias de libertad, tres antídotos de supervivencia y unas botas plateadas le acompañarán por un mundo muerto donde los sueños llegan descalzos y despeinados a Ninguna Parte.


***

¡Ya era hora de que esta novela llegara a Argentina! Y es que desde el año pasado le tenía muchísimas ganas ^_^

El chico de las estrellas es una novela autobiográfica y, como tal, la figura del protagonista se diluye con el propio autor, Chris Pueyo. La novela me encantó y la devoré en una tarde, aun con un dolor de cabeza horrible que me obligó a dormir una siesta en medio de la lectura.

Lloré en la página 19

Y es que es una historia en la que El Chico de las Estrellas abre sus venas y deja salir todos sus miedos, sus angustias, sus traumas. Es imposible no pasar las páginas y que no se te forme un nudo en la garganta, en el estómago, en el corazón.

Chris ha tenido una infancia muy dura, marcada por la ausencia de su padre y el continuo maltrato tanto físico como psicológico de su madre, a quien llama La Mujer que en Vez de Respirar, Fuma. Solo puede contar con su abuela, a quien por su coraje ha denominado La Dama de Hierro, con sus amigos y con su psicóloga, La Mujer de las Velas. Tiene que vivir experiencias que ningún niño debería atravesar, llorar llantos que nunca debería haber llorado y recibir castigos de personas con ningún derecho a tocarle un pelo.

La historia transcurre en un pueblo de España y Chris, desde pequeño, se ve sometido a las burlas y humillaciones de parte de sus compañeros de escuela por causa de su homosexualidad, cuando ni siquiera él sabía que era homosexual. Y en ese entorno hostil, Chris tiene que tomar la decisión de salir del armario y de dejar de mentirles a los demás y, lo que es más importante: a sí mismo.

La narración es preciosa: poética, mágica, con sucesivas intepelaciones al lector cargadas de una ternura entrañable.

¿Cómo será soplarle un deseo a la luna?
El Chico de las Estrellas prometió enseñarnos. 
Y cumplió su palabra

Pero, cuando las cosas parecen ordenarse, cuando todo parecía que iba viento en popa... la vida de Chris vuelve a desmoronarse... y esta vez por culpa de un chico. 

Cuando terminé el libro quedé con una sensación extraña. Sentía que sabía mucho acerca del personaje y, al mismo tiempo, nada o muy poquito. Recorrí las páginas de nuevo y me di cuenta de que la narración es, en muchas partes del libro, abstracta. El Chico de las Estrellas habla de "su familia" y nos enteramos solo en los Agradecimientos (sí, rompiendo el pacto de lectura que separa al autor del narrador; que me disculpe mi ex profesor de Teoría y Análisis Literario) de que tiene tíos y un hermano. Yo había pasado toda la novela pensando que era hijo único y me sorprendí bastante.

No voy a negarlo: si son lectores de literatura LGBTI, ya habrán leído esta "historia" muchas veces. Porque lamentablemente, los chicos y chicas LGBTI siguen sufriendo el acoso no solo de las personas que los rodean, sino de los medios de comunicación, que todo el tiempo intentan hacernos ver que algo está mal con nosotros. Porque lamentablemente, todavía hay que salir del armario. Sin embargo, les aseguro que esta historia está contada de un forma preciosa que la hace distinta y especial. No pueden dejar de leerla. Y de releerla, porque les aseguro que es una de esas novelas que deben leerse más de una vez.

lunes, 9 de mayo de 2016

¿Y vos? ¿Para qué leés?

Bueno, quizá el título de la entrada sea engañoso porque puede llevar a pensar que voy a hablar de las motivaciones de la lectura. Y no, es un tema demasiado complejo y no me creo capacitada para desarrollarlo. 

Yo leo para conocer otras personas y otros mundos. Y esas personas hablan. Viven en Argentina, Colombia, México, España, Perú. A veces en Estados Unidos, cuando leo en inglés. A veces hasta viven en otros planetas.
 
La mayoría de mis personajes viven en Argentina y en Buenos Aires. Y hablan como hablamos en Buenos Aires. Si son de Capital, tendrán un acento y expresiones más bien porteñas. Si son de Provincia, tal vez se "traguen" la letra s de los sufijos de flexión. Vamo' a calmarno', loco. 
 
También advierto que mis historias escritas en español neutro son las más populares. Y que a alguna gente simplemente le incomoda tanto leer algo "en argentino", que son capaces de colocarlo en los aspectos negativos de la historia. Me ha pasado.
 
Y duele.  

Porque están hablando de mi identidad, más allá de mi escritura. Y de la identidad de mis personajes.
 
¿Y saben qué?

El español neutro de los libros, amigos y amigas, no existe. Nadie lo habla. Ni en México. No mames, wey.
 
Es una variación de laboratorio que fue creada, si no recuerdo mal, en los años 80, para la televisión y el cine. Es un español pobre, vacío e insulso. Sin ideología. Recatado, remilgado y aburrido. Pero es útil, eso no se puede negar. Tiene un propósito: que una obra pueda llegar a un público masivo. 
 
Pero hay obras y obras. Y no se les puede pedir a todas ellas que estén escritas en español neutro: muchas se empobrecerían.
 
No sé por qué otras personas leen y tampoco sé cuánta gente lectora comparta mi pasión por el lenguaje. Pero a mí me encanta leer obras en otras variaciones del español, siento me enriquece. La gente que se aleja de un libro porque está escrito en "otro español" sencillamente me da lástima porque no sabe lo que se pierde. 
 
La riqueza cultural que se niegan.
 


«Hoy en el centro —le conté a Alexis luego hablando en jerga con mi manía políglota— dos bandas se estaban dando chumbimba. De lo que te perdiste por andar viendo televisión». Se mostró interesado, y le conté hasta lo que no vi, con mil detalles. Le desplegué por todo Junín un tendal de muertos. Me sentía como Don Juan presumiéndole a Don Luis de las mujeres que se había echado. Luego procedí a contarle mi retirada, cómo pasé incólume por entre el plomero, sin agacharme, sin inmutarme, sin ni siquiera apurar. «¿Tú qué habrías hecho?» le pregunté. «Tocaba abrirse», contestó. ¿Huir yo? ¿Abrirme? Jamás de los jamases. Jamás. A mí la muerte me hace los mandados, niño.

La virgen de los sicarios, Fernando Vallejo

sábado, 7 de mayo de 2016

La etiqueta "LGBTI" en la literatura

Hace unos días, Fabián Vázquez comentaba en su blog que la gente a veces se queja de las etiquetas. Particularmente, de las etiquetas «LGBTI». 

L de lesbianas.
G de gays.
B de bisexuales.
T de trans: travestis, transexuales y transgéneros (importante: ver nota al final).
I de intersexuales.
Y muy acertadamente, Fabián comenta la importancia de las etiquetas para las personas LGBTI, que están invisibilizadas en muchísimos aspectos de la vida cotidiana. Desde los baños públicos hasta el matrimonio civil. 
Pero ¿qué pasa cuando hablamos de literatura?

En un blog (que no voy a linkear) hace un par de días leía esto:

La intención de los autores de esta "literatura LGBT" es normalizar las orientaciones sexuales no-heterosexual, pero poniendo ese nombre a la literatura como para "avisar" que hay personajes LGBT lo que hacen es distanciar aún más. Y no creo que lo hagan con esta intención, sino todo lo contrario, pero este es el resultado.

En primer lugar, los autores y editores de literatura LGBTI no necesitamos normalizar nada porque las orientaciones sexuales diversas son normales. La persona tal vez quiso decir "normalizar" el asunto en los libros... pero literatura LGBTI siempre ha habido. Que no se haya publicado, se haya censurado, no se haya traducido o no se haya promocionado como literatura LGBTI, es otra cosa. La etiqueta se le ha colocado recientemente gracias a que las personas LGBTI comenzaron a luchar y siguen luchando por la visibilización, por sus derechos. Literatura LGBTI siempre ha habido, solo que ahora es visible.

Los autores y editores queremos, sencillamente, que las personas LGBTI puedan verse reflejadas en nuestras obras. Además, quisiera saber en dónde se ha informado esta persona de nuestras intenciones. Porque, al menos para mí, le mintieron o se lo explicaron mal.
Y si alguien piensa que poner que una obra es LGBTI es "avisar" que tiene personajes diversos... parte de un prejuicio muy absurdo. Quisiera saber, también, en qué estadísticas se basa para afirmar que dicha etiqueta "distancia aún más" (y ese "aún más" me sonó muy feo). Es decir, que no me diga "me dijo el primo de mi primo de mi primo". Estadísticas reales, porque si no, se está hablando muy a la ligera y partiendo de un prejuicio. Y lo mismo cuando habla de "el resultado". Las obras LGBTI juveniles están muy de moda entre los jóvenes no necesariamente LGBTI, así que realmente dudo que esos "resultados" estén basados en algo más que prejuicios y chismes de pasillo. Sin ir más lejos, Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo se publicó hasta en Corea. Y Te daría el mundo será llevado a la gran pantalla.

Entiendo la intención de la persona que hizo este comentario. Pero no la comparto y creo que es muy arriesgado y hasta dañino lanzar tales afirmaciones sin una fuente certera.




Y es que hay gente que opina que la etiqueta LGBTI no debería aplicársele, ya que la literatura "heterosexual" no lleva tal bandera. Y yo respondo con una pregunta: ¿a qué llaman literatura heterosexual? Dudo que alguien pueda darme una respuesta satisfactoria sin referirse a la literatura romántica o erótica con personajes heterosexuales. 
Pero, en cambio, yo sí puedo decir qué es la literatura LGBTI y creo tal vez que a mucha gente le satisfará la respuesta. La literatura LGBTI abarca obras con las que las personas LGBTI pueden sentirse identificadas. Desde El corredor de fondo hasta los poemas de Ioshua. Y no tienen por qué ser novelas románticas o eróticas.
Y la palabra "identificada" es clave porque las personas LGBTI son, como decía arriba, invisibilizadas diariamente y, en los peores casos, humilladas, maltratadas y hasta asesinadas. 
Cuando publiqué mi cuento infantil gay Javier y el príncipe del mar recibí un comentario que me llenó de emoción. Un muchacho me decía que ojalá alguien le hubiera leído ese cuento cuando era pequeño. A eso me refiero con identificación. A sentir que no se está solo. A sentir que otros sienten lo mismo. A sentir que no está mal lo que sentimos. 
Por eso se les pone la etiqueta LGBTI a las obras que reflejan la realidad de las personas gays, lesbianas, trans e intersexuales, más allá de cualquier afán marquetinero. Porque las obras tienen que encontrar a su público. El sentido de los libros se lo dan los lectores. Y no me refiero a que una novela gay tiene que ir a manos de un chico o un hombre gay. Eso es simplificar. El destino ideal de una obra, cualquiera, es ir a manos de a quien pueda decirle algo.

Ahora, el argumento de la etiqueta LGBTI "excluye". "Excluir" de por sí tiene una carga negativa. Hablemos de "separar", que no tiene la misma carga. La literatura LGBTI tiene que separarse del resto de la literatura para ser visible. Desde lo más rudimentario: hallar una novela en Amazon.

Una vez, Billy Martin (Poppy Z. Brite) dijo en su Facebook que ese pensamiento de que las etiquetas no son necesarias siempre salía de la cabeza de un hombre o una mujer cis. Muy de acuerdo.

Las etiquetas serán necesarias hasta que ya no lo sean.

Seguramente llegará el momento en que las novelas románticas homosexuales dejen de estar en la categoría LGBTI para estar simplemente en "romance". Pero por ahora, la etiqueta es necesaria.

Nota acerca de «travesti»
En Argentina, travesti implica identidad de género, mientras que en otros países, como España, no. En España, travesti es simplemente quien se viste con ropas del sexo contrario, por el motivo que sea. En España, decirle travesti a una mujer transexual constituye una ofensa muy grave a su identidad. De la misma forma, como las travestis de Argentina se identifican mujeres (desconozco en qué otros países el término implica identidad de género), tratarlas de hombres disfrazados también es una ofensa muy grande.
Tuve que explicarle esto a varias personas de España y todas se sorprendieron mucho.Y no se trataba de personas no relacionadas con el tema, más bien todo lo contrario.



lunes, 2 de mayo de 2016

Recomendación wattpadiana: Poséeme... o no, de Corintia

Un caserón del siglo XIV, dos muchachos en edad de merecer, una lista de reliquias... y una reliquia que no viene en la lista: un fantasma, cosecha del año 1347. Que lleva demasiado tiempo aullando de aburrimiento y se muere por un poco de acción. Una gamberrada pervertida, malsonante y sin mucho sentido. Con todo, mi única pretensión es arrancar, si puedo, un par de sonrisas. Vosotros diréis si lo consigo.

Link de Wattpad







Yo les suelo huir a los relatos de humor, a las comedias de TV y a muchas de las cosas que se jactan de hacer reír. Pasa que el humor general suele ser machista, poco inteligente y a veces de mal gusto. Sin embargo, no hay nada poco inteligente o de mal gusto en Poséeme... o no. Con este relato de Cori estuve largo rato carcajeándome mientras me deleitaba con las aventuras de Romualdo.

¿Quién es Romualdo?

Es un fantasma que habita un antiguo caserón campestre venido a menos. Luego de la muerte de su propietaria, que vivía solo acompañada por un loro, dos primos llegan junto a sus familias para ver qué pueden hacer con el lugar. Sin embargo, nadie sabe que el caserón es la morada de este pobre muchacho gay que murió sin haber conocido las delicias de la carne. 
La particularidad del relato para mí es sin duda su narrador: es sarcástico e irónico y trata a sus personajes con un desdén burlesco fantástico incluso para referirse a situaciones trágicas, como la muerte del fantasma... bueno, cuando todavía no era un fantasma.

«[El padre de Romualdo]...encerró al pequeño pervertido en un rincón ignoto para que recapacitara. Y tan bien lo encerró que hasta se había olvidado de dónde lo había puesto.»

Jacobo y Kevin son los hijos de los ya mencionados primos y ambos serán víctimas de los insatisfechos apetitos de Romualdo. 
Jacobo es un nerd flacucho con anteojos, mientras que Kevin es el estereotipo del jugador de rugby, mujeriego y homofóbico. Sin embargo, a lo largo de las numerosas posesiones, en todas las acepciones del término, Corintia decidió romper uno que otro estereotipo, cosa siempre bienvenida. 

Romualdo hará de las suyas con los cuerpos de estos dos muchachos, por fin arrancado del aburrimiento al que está sometido. Y aunque sus deseos son egoístas... quién sabe, hasta termine haciéndoles un favor ;)

Les recomiendo muchísimo esta historia si quieren divertirse un rato. No se van a arrepentir. Y sí, ¡conmigo lo conseguiste, Cori!