jueves, 8 de octubre de 2015

Yo reseño: Volkhavaar, de Tanith Lee



Editorial: Martínez Roca
Año de publicación: 1985
Temas: Literatura : Fantástica

En un mundo que recuerda en forma vaga al de Las mil y una noches, Shaina, una esclava, se enamora de un joven que integra una compañía de actores ambulantes llegados a la aldea en que ella vive. Pero este joven, como sus compañeros, carece de sombra, detalle que es la punta del iceberg de una historia de tenebrosa hechicería.








Volkhavaar fue el título que inauguró la colección Fantasy, dirigida por Alejo Cuervo, de la desaparecida Martínez Roca. De esta autora, también se publicó El señor de la noche, novela que no me canso de recomendar para quien guste de la fantasía y del romance gay. Y es que si Volkhavaar recuerda vagamente a Las mil y una noches, como dice la sinopsis, El señor de la noche puede bien tratarse de un Las mil y unas noches moderno, sin duda alguna.

Primero que nada, yo considero que estamos ante un libro de menor calidad que El señor de la noche. Y es que El señor..., a mi parecer, es una de las mejores obras de fantasía moderna y se corre el peligro de que después de leerla todo nos parezca soso. Y no es que todo sea soso, sino que El señor de la noche es demasiado bueno.

Como dice la sinopsis, la protagonista de la novela es Shaina, una doncella que fue secuestrada y arrancada del seno de su familia para ser vendida como esclava. Shaina casi no tiene recuerdos de su vida anterior, solo recuerda su nombre. Sin embargo, sus carácter dista mucho del de una esclava: tiene el porte de una princesa y sueña con ser libre, con dejar de ser la esclava del viejo Ash y tener que pasarse los días cuidado de las cabras y remendando ropa vieja.

Una mañana, Shaina se encuentra con Barbayaat, la bruja de Peñasco Frío, quien predice que antes que termine el día acudirá en su ayuda. Como no podría ser de otra forma, sus palabras se cumplen: a la aldea llega una maravillosa compañía de actores que embrujan, literalmente, a los presentes, y Shaina cae perdidamente enamorada de Dasyel, un atractivo y joven actor. No obstante, cuando Shaina despierta del letargo mágico en que cayó sumergida toda la aldea e intenta seguir a los actores del gran Kernik, observa horrorizada que ninguno de ellos posee sombra, lo cual, obviamente, solo puede significar que se trata de demonios o que algo malo ocurre con su alma.

A partir de ese momento, comienza una cruda batalla entre el bien y mal o, mejor dicho, entre el amor y el odio. Kernik es en realidad Volk Volkhavaar, un mago malvado, cruel y sanguinario (hoy diríamos un psicópata) que utiliza la magia de su dios de piedra, Takerna, para satisfacer su sadismo y para vengarse de aquellos que lo hicieron sufrir en el pasado, como el Duque Moyko. En su sed de diversión y sangre, Kernik fue recolectando juguetes humanos para cumplir su cometido: la bella Yevdora, Roshi y Dasyel.

La bruja vampira Barbayaat es un personaje un tanto ambiguo porque, aunque digamos que el amor a primera vista que sintió Shaina por Dasyel es el disparador de los hechos, el verdadero punto de partida fue su aparición ante Shaina y su profecía. Gracias a ella, Shaina se interna en un sinfín de sufrimientos que la llevan, de nuevo, a suplicar ayuda a la bruja. Ella engaña a Shaina, se aprovecha de su pasión, y logra subyugarla a sus deseos. Barbayaat es quizá el personaje más inteligente y egoísta de la historia: sus deseos encajan de una forma misteriosa con los de Shaina y, aunque a simple vista parezca que le está brindando ayuda, en el fondo solo desea beneficiarse ella misma.

Finalmente, como no podía ser de otra forma, quien verdaderamente triunfa en la historia es Barbayaat: ha conseguido, al mismo tiempo, una fuente de vida y una discípula. 

Volkhavaar me gustó, no puedo negarlo, aunque me sabió a poco si recuerdo El señor de la noche.

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